Con la llegada de Evo Morales al poder, Bolivia se convirtió en un laboratorio central del “Socialismo del Siglo XXI”, envuelto en un vistoso decorado “ancestral” que nada tiene de genuino. Lejos de rescatar tradiciones precolombinas, el indigenismo oficial es un artificio ideológico para consolidar un socialismo local, financiarlo mediante el narcotráfico y dotarlo de una legitimidad cultural impostada.
La figura del guerrillero marxista fue reemplazada por la del “cocalero incomprendido”; las consignas de la Internacional, por un discurso étnico excluyente; y los rublos soviéticos, por narco-dólares. Como demuestra Nicolás Márquez en El impostor. Evo Morales: de la Pachamama al Narco-Estado, este indigenismo es una variante del neomarxismo: no busca igualdad ante la ley, sino un nacionalismo racialista incompatible con el orden social voluntario y la propiedad privada.
Morales, mestizo que se presenta como indígena, encarna el uso de la identidad como arma política. Su régimen no es la redención de una causa postergada, sino la perpetuación del colectivismo, la violencia institucionalizada y la expoliación, ahora lubricada por el comercio ilícito de cocaína.
Autor: Nicolás Márquez
Edición: 2024
Encuadernación: rústica con solapas
Páginas: 290
Idioma: Español
Editorial: Hojas del Sur